Si ya se la sá (microcuento unhappy)
Camino entre la gente, amanece, saliendo del metro San
Joaquín, observo a los transeúntes, leche de la CONASUPO en bicicleta, sigue
estando en bolsitas transparentes cuya resistencia no le pide nada a los
mejores productos fabricados por 3M. Mochila del partido verde, únicamente
superada en popularidad por la roja del Estado de México, siempre pensé que era
para los niños, pero hasta yo he traído una cargando, son prácticas y brindan
una gran seguridad, ¿quién te va a robar una mochila de éstas?, todos saben que
son regaladas y que sería muy poco probable que trajeras algo valioso en su
interior. Además, es fin de quincena. Ayer vi un video donde asaltan una combi,
ya me he subido en ella, tiene unos perritos de Ferrioni adornando el muro de
seguridad, combis Trump, que separa al chofer de los pasajeros, y luces tipo
disco, en cualquier momento comienzalafiesta, Por casualidad traía una cámara,
seguramente ya le ha tocado varias veces. Ladrones amables, -¡A ver mi gente,
ya se la saben!, Vete relax cho, despacio, despacio,- se despiden con un
clásico- si se bajan les rompemos su puta madre, adios cho, nos vemos en la casa-
en el trasfondo de una película del
nuevo-reciente-milenial-cine-mexicano-ligth, el diálogo se hubiera reducido a
-A ver mi ge, ya se la sá- apúntale Caro.
La luz de la madrugada ilumina a todas esas personas que
caminan a su trabajo, sin ganas, pero con necesidad, como su servidor. Aunque
desde una vez a mis 18 inviernos (winteriscoming), que estuve en Tulum e íbamos
por el antiguo largo camino a las pirámides Deniel y yo, me imagino compitiendo
en caminata contra las personas, y le echo ganas, le gano a los chinos, a los
franceses y a los gringos. Aquí no es Tulum y le gano a los albañiles, a los
cooworkersgodínez y señoras fifís. Subiendo el puente, la luz dorada, que a mi
parecer es mejor que la vespertina porque el cielo está despejado, aunque la
gente lleva más prisa y yo llevo prisa, tengo horario de entrada, quince de
perdón y cara de no otravez. Rebaso a dos, me piden amablemente mis
pertenecías, si ya me la sé para qué me eno, les doy mi mochila, mi cartera, mi
cel. Camino entre la gente, lento, sin ganas, ya amaneció, perdí la
competencia, observo a los pinches trabajadores, llevan mi mochila y mis cosas,
se alejan corriendo.
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